Ojos muertos
cuencas vacías
besos marchitos
pupilas indiferentes
ante la luz.
Apartamos la mirada
para no ver
tanta inmundicia
que nos acosa.
Huimos de enfrentar la mirada
que reclama compasión.
Porque una mirada desde dentro
compromete
obliga
retuerce las entrañas.
Mejor, no mirar
para no sentir
agazapados en nuestro egoísmo.
De una mirada a otra
se tienden puentes
se vislumbran horizontes.
Hay que abrir bien los ojos
y mirar, mirar, mirar...
Que la ceguera
no nos impida ver
al otro
al que sufre
al que llora.
Porque una mirada de amor
es capaz de trasformar el mundo.