Atardeceres furtivos
muy cerca de las montañas
y el dolor quedó cautivo
prendido de las entrañas.
En el alma dolorida
el aguijón se le clava
mientras recoge por dentro
el beso de la mañana.
Otoño de mil colores
que me acercan a la infancia
y en esa orilla del río
remanso de amaneceres
ya la vida se me escapa.